En las playas de un pueblo remoto del Caribe colombiano donde solo se llegaba por ferri atravesando el río Sinú. Después cuando “el progreso” llegó, reemplazaron el ferri por un puente ¡de un carril!
Mientras amigos y familiares vacacionaban en ciudades de la costa o playas más desarrolladas como Coveñas, nosotros dormíamos en catres, el mercado consistía en enlatados y comida no perecedera y las comodidades de la casa eran agua lluvia y planta eléctrica solo por unas horas de la noche.
Los días eran lentos, llenos de mar, siestas en hamaca, caminatas por la playa y conversaciones largas; Tiempo en familia, absolutamente zero tecnología y un Telecom en el pueblo donde era la única forma de comunicarnos con la civilización.
En esta playa extensa y virgen había pocas cabañas y todo del mundo sabia quién era quien.
Qué parte de mi niñez tan maravillosa. Entre esos recuerdos tengo el sabor de la Lecherita, que era posiblemente el único lujo que recuerdo de esos días salados en la playa.
En el quiosco del “cacha” vendian mecato, Kola Roman y ¡Lecherita!
Desde entonces, no importa si es mar, río, lago, quebrada o piscina, siempre quiero tener ese sabor dulce que me lleva a mi niñez, a mis recuerdos de familia y a las playas de San Bernardo del Viento donde pase días tan simples pero tan felices.
“La Casona” San Bernardo del Viento durante los 80’s. San Bernardo del Viento década de los 80’s Cerca a Atlanta, Estados Unidos 2022.Aquí con mi abuela, primo y hermano.
Yo no soy mucho de agüeros, pero si hay una tradición que he seguido por varios años los 31 de diciembre, y es salir con una maleta a la calle y en la maleta poner la lista de lo que “quiero” que suceda el año siguiente. Es como una lista de deseos, pero ya uno de grande sabe a qué le apunta y qué es irreal, entonces conociendo cómo estará el bolsillo el año entrante, pongo los viajes que creo que haremos, perder peso siempre será de los primeros ítems de la lista (cada año va con libras retroactivas), y por allá de ultimo están salud y prosperidad.
El 31 pasado, no había viaje a la vista
y no pintaba nada emocionante o fuera de lo común para el 2019, entonces
desanimada para hacer mi lista, solo escribí unas cuantas líneas y por no dejar
puse tener salud y una que otra bobería más.
Y pues que revolcones me has dado 2019.
Para empezar, quiero decirles que el día que escribí este post, fue en la víspera de cumplir 42 años. Esos años aburridores que no se celebran en grande porque no son ni los 40 ni los 45, pero no me podía quedar sin hacer el recuento de cosas que han sucedido en este 2019 y que me ha dado tantas lecciones de vida, me ha sacado tantas lagrimas y me ha enseñado a trabajar la fe y la paciencia.
Este año, el cáncer llego por partida doble a mi familia. Así de la nada llegaron estos diagnósticos y yo como espectadora, puedo decirles que no importa la edad: el miedo, la incertidumbre, la fe, la duda y el dolor salen a relucir. Digo como espectadora porque no he sido yo la paciente, yo miro desde la banca, y desde esta banca lejana que a veces hace que sea tan duro…
El cáncer como cualquier enfermedad fuerte nos sacude, nos cuestiona, nos afecta el bolsillo, la cotidianidad, la dinámica familiar cambia, se acercan los alejados…
A tu mamá se le quemó la casa.
¿A cuál mamá? ¿A la mía? ¿Es esto un post de Facebook donde alguien de un barrio cercano está recogiendo dinero para ayudar a una familia que se le quemó la casa por un rayo?
Pues no, fue a la mamá mía de mis entrañas en la casa donde vivía en las afueras de Medellín y el mensaje no era un post de un desconocido sino en uno de mis tantos grupos de WhatsApp.
Sin entrar mucho en detalle, a mi mamá y su esposo se les incendió la casa donde habían vivido como por 20 años, y así como chiste malo, quedaron con la ropa que tenían puesta LITERALMENTE. De esta situación les puedo decir que la solidaridad y la generosidad de gente que ni conoces te demuestra lo maravillosas que pueden ser las personas cuando de ayudar se trata. Hoy, 6 meses después, puedo felizmente decir que mi mamá, su esposo y sus adoradas mascotas tienen una casa nueva donde vivir, construída con mucho esfuerzo y llena de cosas que amigos y familiares les regalaron para poder volver a empezar.
Qué situación tan traumática, tan inesperada, pero, sobre todo, te hace obligatoriamente detenerte y hacer inventario de tu vida. No solo el inventario físico donde uno se empieza a acordar de lo que se le quemó , sino de esas cosas que definitivamente HAY QUE DEJAR IR.
El suicidio entre los adolescentes está
en subida.
Una noche de hace unos meses recibí ese texto de mi amiga, mamá del mismo colegio de mi hijo, que había tenido miedo de recibir. Un compañero de clase de nuestros hijos se había quitado la vida.
Así también sin mucho detalle, les digo que mi corazón de mamá todavía no se repone. Personalmente no lo conocía a él ni a su familia, pero fui yo quien en la ida al colegio al otro día le di la noticia a mi hijo de 12 años.
De acuerdo un artículo del Washington Post:
“Durante muchos años, el suicidio entre los jóvenes fue relativamente raro y su frecuencia relativamente estable. Pero de 2007 a 2017, el número de suicidios entre personas de 10 a 24 años aumentó repentinamente un 56 por ciento, de 6.8 muertes por cada 100,000 personas a 10.6, según el nuevo informe.”
Dos cosas tengo que decir de este tema: Es NUESTRA OBLIGACIÓN como adultos formar niños mas respetuosos y tolerantes, como lo es también estar pendientes y vigilantes de su salud mental.
Ahora con memes y burlas se critica a esta generación de no resistir nada porque una de sus salidas es acudir al suicidio. El problema no es la generación, el problema es el mundo en el que les esta tocando crecer y nosotros como papás y adultos tenemos que estar ahí para ellos.
Para concluir, les digo que este 31 de diciembre vuelvo a sacar la maleta y el primer ítem de la lista será TENER SALUD. Ahí si le dejo la tarea a Dios o al destino, o como lo quieran llamar, pero definitivamente con salud o con resiliencia en su defecto, uno puede torear tratamientos, reconstruir casas y estar pendientes de los más vulnerables.
Este año no ha sido solo de malas noticias, me han pasado cosas tan maravillosas como la llegada la familia de mi sobrina Juanita y un montón de cosas mas que no terminaría de enumerar. Como dicen en inglés #CountYourBlessings (cuenta tus bendiciones)
Dedico este post a mi tía y prima a quienes
adoro. #CancerSucks
En memoria de Luke y todos aquellos que perdieron la vida este 2019.
“He vivido una vida plena,
Viajé por todos y cada uno de los caminos.
Y más, mucho más que esto,
Lo hice a mi manera.” -Paul Anka.
Aunque muchos digan que en la edad los números no importan y que todo está en el espíritu, cumplir 40 años para mí, no podía pasar desapercibido, por eso decidí hacer un pequeño recuento de lo que ha pasado en el mundo y en mí mundo durante estos años.
Hice mi entrada triunfal en 1977, año en el que murió Elvis Presley, y ustedes se preguntarán qué tiene eso de especial, pues la respuesta es nada, pero para mi es una linda casualidad porque Elvis se convertiría en mi amor platónico desde mis años de adolescencia. Todavía siento ganas de llorar cuando escucho su versión de My way que es un recuento de vida y una petición de cómo querer terminar la existencia.
En 1985 cuando estaba como en segundo de primaria sucedieron dos eventos que marcaron la historia de mi país y de igual manera influenciaron ese año de mi infancia, la toma del palacio de justicia por parte del grupo armado M19 y la tragedia de Armero. Los dos eventos sucedieron con 7 días de diferencia, noviembre 6 y 13 para ser exactos.
De la toma del Palacio de justicia recuerdo que durante el noticiero de la noche empezaron a pasar imágenes en las afueras del recinto llenas de tanquetas del ejército. A mis 8 años, me costaba entender la magnitud de este acontecimiento, pero lo que sí recuerdo es que se decía que Bogotá estaba en caos y yo solo pensé en Malala, una amiguita que hice en el colegio pero que por motivos de trabajo de su papá , se habían mudado a Bogotá en medio del año escolar. Facebook, el email o los mensajes de texto hubieran sido de mucha utilidad en aquella oportunidad. Creo que fue algo similar a cuando ocurre alguna tragedia en alguna ciudad del mundo y siempre pensamos en los conocidos que tenemos en ese sitio. Por ejemplo, cuando hay un huracán, tornado o alguna de esas inclemencias del tiempo que suelen suceder en Estados Unidos, siempre recibimos llamadas preguntando que cómo va el huracán, así sea que esté ocurriendo dos estados al lado del nuestro.
La tragedia de Armero ocurrió debido a la erupción del Nevado del Ruiz y por el deslizamiento de lodo, barrió con esta pequeña ciudad dejando 23.000 muertos aproximadamente. Otra vez, a mi corta edad poco entendía sobre la magnitud de esta tragedia, que había ocurrido lejos de mi casa y que no había tocado a nadie de mi familia, pero si continúe por meses escuchando el nombre de Armero y de las personas que buscaban los desaparecidos o niños que buscaban a su padres.
Aquí hacemos la transición a la tecnología y cómo ha cambiado durante estos 40 años de mi existencia. Para empezar hablemos de la televisión. No puedo decir que me tocó el cambio de la televisión blanco y negro a color, pero si recuerdo los pequeños televisores de mis abuelos que parecían cajones, se prendían dando vuelta a un botón y se demoraban unos segundos en encender. Lo mas impensable para un niño de 8 años de hoy en dia es que la televisión, o en Colombia por lo menos, no funcionaba las 24 horas y solo teníamos dos canales nacionales. Todo estaba fríamente calculado para que llegáramos del colegio, tomáramos el almuerzo, hiciéramos las tareas y a partir de las 3 o 4 de la tarde, después de la emisión de los niños de Armero buscando sus familias empezara la diversion. ¡Plaza Sesamo!
Hoy a mediados del 2018, la televisión se ha convertido en lo que los programas de los 80’s nos mostraban como el futuro. Podemos verla en cualquier dispositivo portátil como teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras personales, etc. Y aparte de esto, podemos escoger qué programas ver con servicios como Netflix o la televisión por Internet.
Con la tecnología, está la la música también. Digamos que aunque no se tocar ni el triángulo en las novenas de navidad, la música ha hecho parte importante de mi vida. A mis 20’s cuando atravesaba un momento dificil economicamente, empecé a trabajar para pagarme la universidad, en una tienda de discos que había llegado a Medellín como franquicia internacional. Conocí amigos entrañables, aprendí sobre música de todos los géneros, obtuve mi primer ascenso laboral y lo mejor, conocí a quien es hoy mi esposo y compañero de aventuras. Para él y sus amigos yo era “la de los discos”. Pero todo en esta ‘torre de música’ no fue del todo melodioso. El 11 de enero del 2001, cuando estaba haciendo el turno de la noche, explotó un carro bomba en el parqueadero del centro comercial donde quedaba mi amada tienda de los discos. Fue una noche de horror. Gracias a Dios y la vida nadie que yo conocía resultó herido, pero una vez más, Medellín había sido víctima de la violencia heredada del narcotráfico que por años ha azotado a Colombia.
Hablando del narcotráfico, los años 80’s y 90’s en especial fueron una época difícil para mi ciudad. Recuerdo que durante un tiempo, la gente se guardaba en las casas a partir de las 6 o 7 de la noche, porque no se sabía que podía ocurrir en medio de esta violencia entre carteles y sicarios.
Pero no todo fue como lo pinta la serie internacional Narcos. Cuando estaba entrando en mi adolescencia, comencé mi vida social con los amigos de mi barrio. El barrio Laureles para ser exactos. Con ellos empecé a descubrir el mundo mas allá de las calles seguras que nos vieron crecer. Recuerdo que tomábamos un taxi entre varios, para ir al centro comercial de moda en la ciudad a comprar chicles y chocolates importados. Comerse una Snickers o unos chicles Bubble Gum era un lujo que previo a la apertura económica no muchos podían disfrutar.
La vida a veces te tiene cosas preparadas que ni tú mismo te las esperas. Yo nunca pensé que me iría de Colombia y menos de Medellín, pero en el 2005 con 27 años, dejé mi ciudad para empezar mi camino en Estados Unidos con aquel que me llamaba “La de los discos”. Este, creo yo, ha sido el punto de inflexión mas importante de mi historia, irme de la tierra, dejar a mi familia, empezar una vida de casada, de mamá y lo mas importante convertirme en inmigrante.
En Estados Unidos me han pasado cosas maravillosas. He tenido la oportunidad de conocer lugares hermosos, abrir mi mente a otras culturas, entender que la única religión no fue la que me enseñaron en aquel colegio de monjas donde estudié. He hecho amigos que son como familia y lo mas importante, tengo la bendición de tener mi propia familia. Pero como todo tiene su contraste, también he sentido días enteros de soledad, me he sentido extraña y fuera de lugar con costumbres que por más que trate de acoplarme, nunca serán parte de mi cotidianidad.
En el 2007, sucedió otra cosa importante que ha cambiado mi forma de conectarme con el mundo. Se dio inicio, o por lo menos para mi, a esta nueva era de la redes sociales. Gracias a una invitación que acepté para conectarme en una red de amigos, 11 años más tarde, desde este lugar del mundo, tengo conexion con amigos, conocidos y familiares. Además se han convertido en parte de mi trabajo, porque hoy en día, a mis 40 años, trabajo en lo que tanto esfuerzo me tomó estudiar en aquellos años en la tienda de discos, soy publicista especializada en estrategia digital y redes sociales.
Insisto, hay algunos que aseguran que cumplir 40 es como cumplir cualquier otro año más, pero definitivamente no es así y les voy a decir por qué. Para las mujeres llega la mamografía y para los hombres el examen de la próstata. Hablar de Botox, vitaminas, hormonas y dietas puede ser el tema frecuente de las reuniones sociales.
Si estas leyendo esto y te esperan todavía unos años para llegar a los 40, no te asustes, estos temas “médicos” son solo parte normal de la cuarentañez, pero si eres cuarentón o de ahí para arriba, ¡lo mejor está por venir!
De Armero, poco se volvió a hablar, pero la naturaleza continúa sacudiéndonos. En el 2017, año en que cumplí 40, el mundo estuvo lleno de desastres naturales. Hubo terremotos en México e Irán, un alud en Mocoa Colombia, pasaron los huracanes Irma, María y José, y se vivieron incendios en California, España, Portugal y Chile.
A todos los que leen este escrito, les agradezco con el alma tomarse unos minutos para estar conectados conmigo. A mis CUARENTA puedo decir que he sido una persona feliz y espero seguir siendo parte de este mundo tan cambiante.
Los que me han leído un poco saben que tengo algo especial con la comida. Por muchas razones me cautiva, la fotografía de alimentos por ejemplo se robó mi corazón y logró desplazar el amor que tenía por los retratos. También con los años se me ha despertado el gusto por cocinar. Cada vez que vuelvo a Colombia, mi país, voy a la sección de frutas del supermercado a buscar granadillas, una exquisités que nunca he encontrado en los años que llevo viviendo en Estados Unidos. Pero mi inquietud va más allá de unas fotos provocativas y perfectas, o de recetas saludables o al contrario bien engordadoras. Me intriga saber cuál es ese efecto que nos produce pensar en cosas que comimos cuando…
Investigué un poco y esto fue lo que encontré. De acuerdo con un artículo publicado en Harvard University Press, en nuestro proceso evolutivo la comida ha ocupado un lugar muy importante en el cerebro, especificamente en el hipocampo. Éste es el que se encarga de almacenar memorias a largo plazo y es digamos, ese proyector que construye la película de nuestra vida. Además, el hipocampo está conectado con partes del cerebro que son más sensibles al olfato y las emociones.
Muy intersante, pero para ser honesta, no fue nada nuevo saber que nuestro cerebro se apega a recuerdos que son traídos a la vida a través de un olor, un sabor, o quizás una canción.
Pregunté a mis amigos qué tipo de comida les recordaba algo en especial y esto fue lo que me respondieron:
La colada de maizena que hacía mi abuela, los frijoles…a mi madre, obleas de Caldas visitando a mi hermana Gloria Lucía, el sancocho me recuerda los fines de semana en la finca, el cernido de guayaba que hacía María en La Estrella, la mazamorra a mi abuelita, La carne con tomate de la tía Ñoña, las arepas de la negra después del tunel cuando dábamos la vuelta a oriente, los frijoles con encurtido de tu agüelita, las panelitas de mi mamá sobretodo la de piña, arroz con coco y quesito, los bombones que hacía Anita Fonnegra en casa de Nana, tu tatarabuela…
Leyéndolos se me hizo agua la boca y empecé a recrear momentos de mi niñez. Se me vino a la mente un postre de peras que hacía mi madre cuando yo estaba muy pequeña, y que nunca más volví a comer, pero tengo la combinacion de sabores en la cabeza.
Lo más particular de mi pequeña encuesta, es que nadie mencionó platos sofisticados, todos evocaron comida casera, barata, del pueblo…comida del alma.
En la película animada Ratatouille representan perfecto cómo un platillo simple, del campo, devuelve a la infancia y un poco a la humildad a un crítico de alta cocina, snob y muy prepotente.
Para ver el fragmento de la película puedes hacer click aquí
Yo seguiré en la búsqueda de comida que me llegue al alma, de recetas que perduren en el tiempo como la de este pie de manzana, que preparábamos cuando empezó nuestra historia en este país donde no encuentro granadillas, ni dulces de abuela…
¿Y a ustedes qué comida los devuelve en el tiempo?
Gracias por leer y recuerden nutrir el alma de recuerdos, del olor de las flores, del frío de la montaña, y de platos compartidos en familia porque el corazón y la panza no saben de alcurnias.
Media hora para comer, sentarme, estirarme y seguir, era mi tiempo de descanso en la cadena de almacenes donde trabajé durante muchas vacaciones cuando estaba todavía en el colegio.
Hoy, una imagen parecida fue mi hora del almuerzo, pero esta vez fue sentada en un escritorio, haciendo lo que me gusta y lo que tanto esfuerzo me costó aprender en mi paso por varias universidades. Mirando la pantalla del computador, concentrada en la comida pero también en lo que escribía, comí sin saborear y escribí sin pensar. No saben qué escena tan deprimente me pareció. No solamente porque he desarrollado esta obsesión por la comida, sino porque creo que nuestro cuerpo merece que le dediquemos al menos unos minutos para reponer esa energía que tanto le robamos.
Muchas veces los títulos se roban nuestra identidad. En aquel entonces en mis tiempos de adolescente, yo miraba mi experiencia como vendedora como un aprendizaje, y algo en mí sabía que ese cansancio profundo de estar parada doblando camisetas o lidiando con clientes por mas de 10 horas, algún día sería cosa del pasado… o quien lo iba a pensar, tema de un artículo. Hoy, aunque los grandes títulos no han llegado, extraño de alguna manera esos días en que cuando ponía un pie afuera de mi trabajo, mi mente, mi cuerpo y mi vida eran otra vez míos. Dudo que me acostara pensando qué tan mal doblada me quedó la camiseta polo roja, ahora en cambio sueño con la pantalla del celular, pienso en cosas del trabajo antes de dormir y respondo emails a horas que debería estar haciendo cosas para mi o mi familia.
Como parte de la ola de desempleados que coincidencialmente ha afectado a varios amigos, uno de ellos que sí tenía un gran título me decía algo como, cuando todo esto pasó me di cuenta que al llegar a mi casa yo seguía siendo yo, en mi casa con mi esposa y mi familia, no soy un gerente o un presidente, soy una persona con nombre y apellido.
No me malinterpreten, cada trabajo te regala minutos de vida. En lo económico, lo intelectual, en lo personal, siempre hay algo gratificante, incluso con todo lo que nos molesta. Pero es cierto que muchos de nosotros dejamos que el trabajo se meta en nuestra casa, interrumpa cenas con nuestras familias, se apropie de nuestros sueños y nos haga ver al doctor por alguna dolencia causada por el estrés.
Por mi parte puedo decir que en todos los trabajos que he tenido, que han sido bien variados en categoría, he conocido las personas mas increíbles, con las que tendría un libro entero para escribir de todas las anécdotas que algún día vivimos. En lo personal, prometo no volver a comer sentada en mi escritorio y trataré de cerrar el día como cuando se cerraba el almacén con camisetas que no me quitaban pedazos de vida.
“¿Qué es lo que hace la gente normal ? ¿Qué es lo que hace a una familia normal feliz? No lo sé muy bien. Durante todos mis años en el negocio de los restaurantes no sabía lo que era la vida en familia. Desde los 17 años, la gente normal para mi era una abstracción, literalmente eran siluetas en el salón de los restaurantes donde trabajaba. Yo los veía desde la perscpectiva de un profesional de la cocina, un chef, es decir, alguien que no tenía una vida de familia. Alguien que estaba relacionado solo con otros profesionales del mundo de los restaurantes que trabajaban mientras otra gente jugaba y jugaban mientras la otra gente dormía. Yo entendía sus comportamientos anticipándome a sus deseos inmediatos. ¿Esta vez ordenarían pollo o salmón? Normalmente los veía en su peor momento, hambrietos, ebrios, cachondos, de mal humor, celebrando la buena fortuna o desquitando su mal día con el mesero” -Anthony Bourdain.
Cuando escuché esta entrevista en la radio, la piel se me erizó y me devolví 20 años en el tiempo. A mis 19, empecé el segundo trabajo de mi vida. Fuí mesera por varios años mientras estaba en la universidad y como dice Bourdain, mis fines de semana eran distintos a los de la mayoría de mis amigos. Mientras muchos de ellos estaban pensando en qué hacer en la noche, yo preparaba mi delantal para empezar mi jornada. No era que no saliera de rumba, sólo que lo hacía más tardecito que lo normal. En Medellín había una discoteca de salsa llamada Visagra y allá se remataba la noche y como yo, muchos otros meseros, bar tenders y otros noctámbulos castigábamos baldosa hasta el amanecer.
Ser mesero es un trabajo duro. Como dice en el escrito, uno se encuentra cara a cara con la vida de las personas, con su hambre, su frustración, su afán, su alter ego. Pero también se topa con clientes que le hacen la noche, y no solo por su generosidad en la propina, si no por su simpatía y amabilidad.
Pasé por comida italiana, francesa, colombiana e internacional. De todos aprendí una que otra receta y en cada uno conocí personas que marcaron mi vida, por ejemplo en el restaurante que menciono en este artículo.
Entre tantas cosas que me quedaron de “meserear” fue el respeto por las personas que trabajan en la industria de los restaurantes. Sacrificar horas de sueño por servir a otros es algo que vale la pena ser reconocido, por mi parte lo hago con una buena propina. En Estados Unidos por ejemplo, el salario que los meseros reciben por hora es casi nominal, porque de donde realmente vienen sus ingresos es de las propinas. Así que ya saben…
También me quedó un amor por la comida que no se me quita, y no es por aquello de que vivo con hambre, si no que entendí que la relación que tenemos con los alimentos va ligada a lo que estamos viviendo en el momento, a emociones, a recuerdos. Si estamos gordos la dieta cambia, si estamos flacos la dieta no importa, si estamos pobres que dieta ni que nada. Para mi, niñez sabe a dulce de leche hecho por mi abuela. Creo que por esto he descubierto un entusiasmo para fotografiar alimentos que se los comparto en mi página de fotografía que pueden encontrar aquí.
Anthony Bourdain es un chef, autor de libros y personalidad de la televisión, que ha recorrido el mundo descubriendo sus comidas y costumbres. El escrito de introducción es un fragmento de su libro Apettites donde traduce a la simplicidad de la vida familiar varias de sus recetas y experiencias de viajes. No aguanté las ganas de traducir ese trozo de texto para ustedes y para mi obvio, porque para mi la comida es emocional y mi parte emocional sigue hablando en español.
Gracias por leer y no se olviden de comer como si no hubiera un mañana y de ser generosos con los que les gustaría estar en otro lado menos sirviendoles a ustedes.
La tarea para la próxima clase es escribir un ensayo. -Instituto de Artes, Medellín, ya casi lista para graduarme de publicidad-
Para ese momento yo ya estaba ducha en camapañas publicitarias, diseños de logos y piezas gráficas. Entendía cómo funcionaba la publicidad en radio, prensa y televisión, pero de ensayos no tenía ni la mas mínima idea. Muy cortesmente, que valga el sacarsmo, mi profesor me llamó aparte y me dijo qué tan avergonzada debería sentirme de entregar un escrito tan pobre. ¿Pero si nadie me había enseñado en qué consistía un ensayo?, pensé.
Pasaron los años y paradójicamente estudiando inglés fue como aprendí a escribir en español. Gracias a Carlos Valdez, un profesor estricto de escritura, aprendí la estructura más básica de cómo escribir un ensayo para mi entrada a la universidad en USA.
La necesidad hace que desarrollemos nuevos talentos. Creo que los largos emails que enviaba contando mi nueva vida en los Estados Unidos me inspiraron a sentarme a escribir. Ahora cuando me pregunten en un formulario: Hobbies? no voy a poner “ver películas” solo por rellenar. Escribir se ha convertido en una de mis actividades favoritas.
Con La Caja de Paula pretendo compartir un poco sobre mi visión de la vida y mis experiencias y así como yo me relajo escribiendo espero que ustedes disfruten y se disipen un poco al leerme. A las 1,800 personas que han entrado a este blog, entre ellas mi familia, los hackers, aquella persona en Bangladesh y otros países de lenguas extrañas, gracias por tomarse el tiempo de darle un click a alguno de mis artículos. No olviden dejar sus comentarios, que aparte de que me alegran el día, me gusta saber lo que piensan y cuáles son sus posiciones frente a los temas discutidos.
A los dos profesores que estuvieron unos cuantos meses en mi vida también les agradezco, al primero porque entendí que somos seres cambiantes con la capacidad de mejorar, y al segundo, por darle a esta publicista las herramenitas básicas para comunicar de una manera decente historias de vida que quedan guardadas en esta caja viurtual llamada La Caja de Paula.
Feliz 2017 para todos y espero que haya Caja para rato!
Leer el obituario en el periódico era la tarea diaria de Doña Chila la abuelita de mi esposo. Dicen que al entierro de su marido fue tanta gente de toda la ciudad, que ella se sentía en deuda con cuanto difunto y sus familias había.
Cuando yo nací, mi papás recibieron telegramas y tarjetas de felicitación, por aquello que vivíamos en la costa y el resto de la familia vivía en el interior.
La correspondencia de amor en el colegio era muy distinta a lo que es ahora. Por ejemplo, mi hermano que ya estaba en bachillerato le mandaba cartas conmigo a una una niña grande que le gustaba, pero antes de yo entregarla, pasaba por medio salón de cuarto de primaria, la leíamos y ya después hacíamos que llegara a su destino.
Enterarse de los divorcios, las quiebras económicas, los embarazos inesperados era labor de las tías chismosas en reuniones sociales o por llamadas telefónicas.
Ahora existe Facebook.
Lo que comenzó como un sitio web para conectar amigos y compartir de una forma innovadora nuestra vida social, se ha convertido en una de las plataformas mas poderosas del planeta. Ésta dejó de ser una red de amigos y sus fotos familiares para transformarse en una de las principales fuentes de información del momento. Ahora en una sesión de Facebook podemos ver las fotos del nuevo bebé de la familia, la guerra desgarradora en Aleppo, la muerte de la conocida “Princesa Leia” y otros tantos aconteceres de nuestro grupo social cercano.
Áreas como la publicidad, la información, la venta de productos y servicios, etc, han tenido que repensarse y adaptarse a esta nueva forma de comunicación. Para mi que trabajo con un medio de información, veo que el reto es constante ¿cómo lograr traer més lectores o capturar más audiencia? y la respuesta es: a través de Facebook.
La influencia que tiene Facebook en el colectivo es tambien abrumadora. Todos los días se firman peticiones que dan la vuelta al mundo y en muchas ocaciones logran su objetivo. Se forman grupos secretos donde la unica forma de entrar es por invitación y casi como los masones se ayudan entre si y mueven sus influencias para intereses particulares.
Para unos, Facebook es el falso reflejo de vidas felices y perfectas, donde no hay muerto malo ni esposo infiel, donde no hay cuerpos feos y todos son profesionales en nutrición. Para mí, es simplemente una pizarra colectiva llena de emociones, no siempre positivas, donde miles de personas se conectan diarimente con el mundo exterior. Claro está que hay que saber leer entre líneas y decantar un poco tanta información que en la mayoría de los casos resulta siendo des-información.
¿Que opinan ustedes, todo tiempo pasado fue mejor, peor o simplemnete diferente?
Toda mi infancia la pasé jugando en las montañas de Antioquia, en las fincas de mis tíos y más grande en la finca donde vive mi mamá desde hace casi 20 años. Ver montañas y subir carreteras en curvas ha hecho parte de mi vida desde siempre. Muchas veces escuché decir “esos gringos vienen aquí y se asombran con las montañas” y a mi, me parecía la exageración más grande y un comentario sin sentido.
Primero no entendía qué tenía de maravilloso ver una montaña y segundo, pensaba cómo vería un extranjero mi país, atrasado, congestionado y sucio, me suponía.
Después me fui a vivir a los Estados Unidos.
Llegué a Boston una ciudad totalmente fascinante. “Es la la ciudad más europea de Estados Unidos” decían algunos y yo sin entender decía, para mi es hermosa pero esto es lo más gringo que conozco. -hasta ese momento era de lo poco que conocía-
La topografía de Boston y sus afueras es plana, eso si con árboles y pinos hasta donde termina la vista. Después de varios meses llamé a mi mamá y le dije, hoy vamos a ir a Wachusett Mountain, la montaña más alta de Massachusetts con 2,006 pies de altura, ósea como 611 metros. Santa Elena, la región montañosa donde vive mi madre tiene una altura de unos 2,200 metros aproximadamente. Hagan cuentas, la montaña más alta de Massachusetts no es ni la mitad de lo que es una montaña alta de Antioquia.
Ahí, entendí el concepto de “los gringos vienen a Colombia y se descrestan con las montañas”.
En Medellín tenemos el mejor metro del mundo. “Ahí estamos pintados los paisas con un ego más grande que nuestras montañas, qué puede tener de maravilloso un metro?” Pensaba yo.
Después me monté en el metro de París y en el de Nueva York y en el de Roma y en el de Atlanta, por nombrar algunos.
Conocer París fue uno de mis grandes sueños hasta este año que por fin se hizo realidad, pero uno de los recuerdos más marcados que tengo de mi paso por esta ciudad, fue cuando en metro nos estábamos llendo al aeropuerto. Eran las 7 de la mañana y ya los vagones estaban medio llenos. Pasajeros de todas las nacionalidades con libro en mano o con audífonos, estaban ensimismados en su propio viaje, menos un borrachito acostado en las bancas roncando y apestando a licor. De un momento a otro se abre el pantalón, se “lo” saca y se orina en el metro. Si así como lo oyen, en el metro de París, la ciudad luz, la de Amelié, la del Louvre, los orines de un borracho en el metro corrieron por mis pies.
Ahí entendí el concepto de que en Medellín tenemos el mejor metro del mundo.
Para no quedarnos atrás aparte de metro tenemos el metro cable. Un sistema de transporte por cable aéreo que comunica los barrios de la parte montañosa de la ciudad con las estaciones del metro. Desde las cápsulas que van colgadas de cables se puede observar el sector de Santo Domingo, una parte marginada de la ciudad que ha atravesado por conflictos sociales muy severos. Además que por su localización geográfica cuenta con muchas casitas o chozas que en nuestro país conocemos por “invasiones”. ¿Para qué queremos llevar a los turistas a que conozcan esta parte no tan atractiva de la ciudad? pensé alguna vez.
Hasta que fui a Cinque Terre en Italia.
Cinco pueblitos que reposan en la costa Oeste italiana con terrazas, tienditas de artersanía espectaculares, barcas pesqueras y restaurantes con pasta y gelato son unos de los sitios mas soñados que he visitado. Estas villas tienen varios siglos de construídas y como diríamos en Colombia ya se les nota el trajín, tanto así que alguien que iba conmigo dijo “esto parece las invasiones de Colombia”.
Ahora que vivo en Atlanta entiendo el concepto de que Boston es muy europeo. Su construcción y su atmosfera varían un poco de lo que son el resto de ciudades americanas. Ademas, he visto ciudades sucias distintas a la mía, he comparado y he encontrado similitudes, pero de todo lo que he visitado concluyo que siendo tierras tan lejanas son a veces muy parecidas.
Yo sigo soñando con conocer más, pero Colombia mi tierra querida, tu sigues sindo mi number one.
Vocabulario para mis lectores de afuera de Colombia:
Gringo: Así le decimos a los estadounidenses sin ser de manera despectiva.
Paisas: La gente de la region de Antioquia, lugar donde me crié.
Finca: Casa de campo.
Como siempre gracias por leer y acá les comparto algunas fotos de los sitios mencionados.
-Paula.
Barrio Santo Domingo en Medellín visto desde el Metro Cable.Montañas de Antioquia, Colombia.París.Boston.Wachusett Mountain en Masachussetts, USA.Wachusett Mountain en Masachussetts, USA.
Dicen que el primer amor nunca se olvida, que la primera impresión es la que cuenta y que el primer beso marca nuestra vida. Ciertamente, las primeras veces serán siempre memorables.
Este artículo está dedicado a eso, a primeros encuentros y a la primera ciudad de Italia que conocí en mi paso por Europa, Milán uno de los centros mundiales de la moda y el diseño. Cargada de historia como cualquier ciudad italiana, atiborrada de turistas, lluviosa, pero sobre todo hermosa, así te conocí.
El tiempo de estadía fue corto, pero pude visitar tres de los sitios mas icónicos de la ciudad. La Piazza della Scala, una plaza donde se encuentra el teatro de opera La Scala de Milán, uno de los más famosos del mundo. Lo conozco porque hablan de él en una de las primeras canciones que conocí del repertorio de mi marido, se las comparto. In un palco della scala.
Saliendo de la Piazza Della Scala se encuentra un paseo comercial llamado Galleria Vittorio Emanuele II, uno de los centros comerciales más antiguos del mundo. Almacenes de marcas lujosas, marmol, pisos en mosaico, una construcción ostentosa pero increíblemente hermosa, se mezcla con turistas y locales. Además, vendedores ambulantes con sombrillas en mano, selfie sticks, souvenirs, etc. la mayoría de raza negra, tratan de vender sus mercancías por lo que la gente les dé.
Cuando estaba caminando distraída, tomando fotos y disfrutando la algarabía del lugar un hombre de raza negra me detiene, me mira, deduce que hablo español y me dice unas cuantas palabras. Me pide mi mano y me amarra una pulsera de hilo. Esperaba alguna moneda pero yo no tenía nada conmigo así que le dije quédatela porque no tengo nada para darte, pero él me miró y me dijo, quédatela tu. De donde eres preguntó, colombiana, yo soy de Ghana, me sonrió y se fue.
Il Duomo di Milano, así se llama en italiano la catedral. Las palabras imponente y majestuosa son pocas para describirla. Esta es una construcción Gótica que se demoraron casi seis siglos para completarla. Los rayos de luz que entran por los ventanales hacen que se cree una sensación de recogimiento.
Milán es hermosa, o “Biutiful” como diría Javier Bardém en su película. Hablando de primeros encuentros, cuando iba de Bogotá a París, en ese vuelo eterno y agotador ésta fue la película que escogí. Con ella, entendí un poco esta realialidad migratoria que vive Europa. Para no contarles más, se las recomiendo, con la única advertencia de saber que al verla se les abrirán los ojos a un mundo que muchos ignoramos en América.
Todavía tengo la pulsera conmigo, un poco descolorida, pero es el recuerdo de mi primer día en Italia y de un hombre que no conozco pero que me abrió los ojos a una problemática de la que poco entendía.
A los inmigrantes los encontré durante todo mi viaje. Los vi por París arrestados por la policía mientras sus decenas de torresitas Eiffel se quedaron tiradas en el piso. En cada ciudad se asientan diferentes nacionalidades. Por ejemplo, en Roma los Hindúes son los que manejan el negocio del agua y los sombreros antes de que los turistas se suban al turi-bus.
De acuerdo a BBC News, más de 1 millón de inmigrantes y refugiados llegaron a Europa en el 2015, como consecuecia de la guerra y la violación de los derechos humanos en sus países de origen. Milán ha servido como puente para los que emprenden el éxodo desde África y quieren llegar a Inglaterra y otros países europeos.
Como siempre, gracias por leer amigos y no se les olvide, cada uno de ustedes es biutiful, no importa lo que digan el espejo y la pesa.