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Tu choripán y mi empanada

Por: Paula Gallego

Viviendo en un país que no es el mío, he tenido la fortuna de conocer gente de muchas partes. Físicamente he aprendido a diferenciar de qué país de Latinoamérica son la personas. Conozco acentos, evito decir “coger” porque sé que para los Mexicanos significa otra cosa, pero lo mejor de este intercambio cultural al que he estado expuesta por años, es que he conocido un sin número de comidas típicas deliciosas.

empanadaNuestros amigos argentinos nos introdujeron al choripán y nosotros de paso, les mostramos la empanada colombiana. Los dos platos son comidas que se consiguen en la calle en sus respectivos paises. El choripán para los que no lo conocen, es un chorizo asado muy aliñado en un pan francés y acompañado del tradicional chimichurri argentino. La empanada por su parte, es un pastelillo de masa relleno y frito.

Así como la vida del inmigrante se compone de cargar consigo su tradición pero abrirle campo a cosas nuevas, la vida de pareja no es nada menos que sumar nuestras costumbres a las de nuestra media naranja. Muchas veces hemos oído decir a los hombres “la receta de mi madre era la mejor” y nosotras como esposas, hemos querido estampillar la olla en sus cabezas, pero los resignados han empezado a acostumbrarse a nuestra sazón por amor o por sobrevivencia.

La culinaria como la convivencia tienen su ciencia. Todos los días hay que tratar de que las cosas salgan bien, aunque haya días en que sin razón la sazón no sea la misma. Para los puristas argentinos quizás el chimichurri hecho por un cocinero de empanadas no sea el más parecido a la receta original, pero no significa que sepa mal. Adaptar el paladar a nuevos sabores, es como  adaptarnos cada día a las cosas del otro.

Salud por estos 10 años.


			

23 y yo

Por: Paula Gallego.

Gracias al amor y el interés que tiene mi esposo por la ciencia, hace unos meses nos hicimos un estudio genético donde aprendí cosas muy interesantes sobre mi… Y sobre los otros.

Para empezar, descubrí que tengo más del 80% de ascendencia Europea, con 38% Ibérico, un alguito de Italiana y mucho de Europa del Sur aqui donde me ven. Realmente no es sorpresa ya que fuimos colonizados por España.

En cuestiones de salud tengo riezgo de sufrir ciertas enfermedades más que otras, pero para no entrar en detalles digamos que de algo nos vamos a morir.

Descubrí también que mi cuerpo responde de ciertas maneras a estímulos externos como medicamentos, al ejercicio y al alcohol. Y es aquí donde se pone interesante.

Mi cuerpo metaboliza muy rápido los medicamentos para la gastritis, ahora entiendo mis odiadas agrieras. Me dice también que soy de contextura mediana a delgada y que respondo al ejercicio. Por el Lado del alcohol, tengo toda la tendencia alcohólica.

Más allá de la explicación química y científica de como están compuestas las moléculas de mi cuerpo, me quedan varias reflexiones. Cada ser humano es un universo distinto, con millones de componentes que nos hacen actuar y vivir como vivimos.

Para llevarlo al lenguaje coloquial, cada vez que decimos cosas como, ese tan borracho, aqella como está de gorda, porque no haces esta dieta, esque no haces ejercicio porque no quieres… Estamos prejuzgando sin saber que cosas pasan por el cuerpo, la mente, el corazón y el ADN de esa persona.

Si quieren saber más de este test, me pueden contactar o ir directamente a 23andme.com y sé que se van a fascinar.

Nota: La foto fue tomada en las costas de California y hago alusión a ella porque aunque no haya salido en mis genes, siento un amor profundo por el agua y en especial por el mar. Para más fotos de este viaje visita paulagallegophotography.com

 

-Paula.

Las delicias del idioma

Por: Paula Gallego.

Desde hace 10 años empecé mi travesía para convertirme en una persona bilingüe. Como decimos en Colombia “loro viejo no aprende a hablar” y por mi lado, empecé ya mayorsita a aprender a hablar inglés. Ya se imaginarán las dificultades, metidas de pata y frustraciones por las que he pasado.

Por muchos años pensé que había adquirido una nueva personalidad, una en Inglés y otra en español. He vivido la timidez en su mayor expresión. En momentos como cuando en la universidad me decían, Paula tienes que presentar ante la clase, todo esto en inglés aclaro, he querido que se caiga el techo y nos aplaste, para que ellos no me tengan que oir y para no tener que hablar, o mejor dicho tartamudear.

Pero no todo ha sido mortificante y cosas maravillosas han pasado, como el primer día que descubrí qué decía una canción en Inglés que conocía por años. También reirme del humor gringo que para muchos es de tontos y que pena diferir, pero para mi es tonto el que no lo entiende porque no entiende su contexto. Poder ir a cine y entender una película sin subtítulos y darle un descanso a este astigmatismo y poder enfocarme en la fotografía o el protagonista…

También en este camino he empezado a analizar y valorar más al Español. Ya que el Inglés ha sido influenciado por el Latín que es de donde proviene el Español, su estructura es muy similar, lo que nos facilita su aprendizaje. A veces he sentido lástima del Inglés porque ellos no pueden “madrugar” sino que “se levantan temprano”, lo que una palabra es para nosotros, ellos la dicen en tres. Claro que la misma lástima pueden sentir ellos también cuando ellos pueden “googlear” pero nosotros “tenemos que buscarlo en Internet”.

He aprendido también a entender las diferencias entre los países Latinoamericanos y las palabras que para unos son normales para otros son vulgares, por ejemplo la chaqueta, la bolsa, la buseta, la paja, el pincho y muchas más.

Este texto ha sido inspirado por mi padre, que hace un rato me pregunta, ah entonces en las autopistas de EEUU no se puede caminar a pie?

Si, así con pleonasmos, analogías, costumbrismos y errores, nuestro idioma es delicioso, pero más delicioso es hablarlo bien.

-Paula.

Somos Superhéroes? No, Somos Mamás.

Por: Paula Gallego

Le dedico este post a ustedes que sé que como yo, cada día se quiebran sus espaldas criando a los hijos, que en el futuro, soñamos que serán deportistas olímpicos, concertistas de piano, bailarinas de ballet, actores o científicos.

Hasta ahora puedo decir que Dios me ha dado el privilegio de estar en los dos lados del espectro. Fuí mamá de tiempo completo por 8 años y ahora trabajo tiempo completo con el sueño de empezar una carrera exitosa en lo que me apasiona.

Sé lo que es estar 24 horas 7 días a la semana disponible para mi hijo, sus clases, idas al parque, idas al mercado, pataletas, momentos de ocio y más.
Pero también se lo que se siente recogerlo cuando ha sido el último niño del colegio, yo con el corazón en la mano y él con ganas de gritar y diciendo que no quiere volver al colegio nunca más.

Sé lo que es ser mamá pedagoga sacada de libro, enseñándole con paciencia y siguiendo el consejo de mi mamá que me dice: si uno grita el niño grita el doble.
Sé también lo que es salirse de la ropa y mandar la pedagogía muy lejos, porque sencillamente la paciencia se me acaba.

Para los que me conocen de cerca, saben que no nací para madrugar, que podría hacer 10 siestas al día si pudiera. Ahora me despierto a las 5 de la mañana para estar lista yo y asegurarme de que mi hijo tiene todo preparado para el día.
Mi mamá por muchos años hizo lo mismo, se levantó a dejarnos el almuerzo listo e irse a trabajar; Yo siempre lo vi como normal.
Pues hoy me doy cuenta de que no lo es, y que requiere un esfuerzo inmenso y una dosis de amor inigualable.

Sé que cada una de ustedes cada día se levanta con nuevos retos y preocupaciones, por eso digo que todas son dignas de admirar.

Probablemente mi hijo no sea el golfista que yo sueño, o que yo no llegue a ser la profesional que siempre quise, pero por ahora, en este camino, aprendemos como familia que luchando juntos y haciendo sacrificios se consiguen cosas maravillosas.

Escrito un día de la madre.

-Paula.

El Ángel de Julia

Por: Paula Gallego

Venía yo de Colombia con esos cansancios que dejan los aeropuertos  y los viajes.  Traía también ese cansancio emocional que suele acompañarme cada vez que vuelvo de mi Medellín, donde cada que voy me porto como turista, y como dice la canción, vuelvo  siempre a los viejos sitios donde amé la vida.

Realmente no es cansancio, es una carga emocional que me queda después de visitar lugares, ver a mi familia y amigos, y darme cuenta que la vida pasó, que ahora estoy lejos y que no estoy segura cuando será la próxima vez.

Así, agotada y repitiendo en mi cabeza la frase en inglés que siempre se me ocurre “leaving home to go back home” “dejando mi casa para volver a mi casa”, estaba haciendo la fila en inmigración cuando una señora me dice “hablás Inglés?”.

Era Julia, una señora encantadora que me contó su vida en 5 minutos y me dijo “Acompañáme hasta que pase inmigración que no se hablar Inglés y me pongo muy nerviosa”

Pasé yo primero y me hicieron esperarla adelante. Por culpa de una dermatitis muy fuerte, sus huellas digitales no eran detectadas bien por el lector dactilar y retuvieron a Julia por un rato largo. La esperé, la ayudé con las maletas, nos contamos otra parte de la vida en otros 5 minutos y en la aduana, la volvieron a parar por los bocadillos y otras cosas de comida “no permitidas”.

Finalmente nos despedimos, nos dimos el teléfono, me dió las gracias y me dijo “Si vas a Tampa me llamás”

Pasó un rato, comí, me senté, y estando en la transición de olvidarme de la tristeza de dejar a Medellín para sentir la alegría de llegar y ver a mis esposo y mi hijo, me encuentro con Julia en el pasillo y me dice “Paula voz sos un ángel, yo venía rezando en el avión que me encontrara con alguien que me ayudara” Me dijo otro tanto de cosas bonitas que me llegaron al corazón, las dos lloramos, nos abrazamos y ahí sí, nos despedimos.

Lo que Julia no sabe,  es que ella fue mi ángel. Esta señora, que viene por meses a trabajar para sostener a su mamá de 90 años, me recordó que la vida hay que vivirla con un propósito y que dar una simple mano para unos puede significar el cielo para otros.

Les comparto “La Canción de las Simples Cosas” por La Sole.

Entre los 30 y los 40

Por: Paula Gallego.

Todavía me acuerdo del día que cumplí 30 años. Mi esposo me despertó haciéndome un video porque quería ver la cara que yo haría cuando me entregara el regalo. “Ábrela” decía mientras yo trataba de despertar las neuronas y asimilar el hecho terrible de cumplir TREINTA AÑOS! Era una maleta con regalitos adentro y unos tiquetes de avión. 

“Nos vamos para Atlanta unos días a ver si te gusta para que nos mudemos allá”. En ese momento, la última neurona peresoza se despertó y gritó en mi cerebro What? Pero yo muy educada dije…Gracias! 

Finalmente, meses después nos mudamos y en ciudad nueva,  sin una arruga ni una cana, solo con unas libras de más que me quedaron del embarazo empecé mi vida oficial como treintona. A diferencia de la mayoría de las mamás que conozco, a mi me tomó dos años en volverme a meter en unos de los jeans de cuando era “flaca”. 

Aqui viene una de las tantas preocupaciones de la trentañez, la gordura. Hasta ese momento nunca en mi vida me había preocupado por hacer una dieta. Cuando nació mi bebé, mi mamá me dijo, tranquila que apenas nazca vuelves a quedar como una reina. Pero el niño nació, se sentó,  caminó y yo seguí gordita. Y pues en la emoción de formar una familia con un nuevo integrante y un marido enamorado, eso pasa un poco desapercibido, pero cuando uno se empieza a juntar con mamás que usan pantalones talla 2 y camisas talla S, ahí si, la maternidad ya no es tan bonita. 

Se divorciaron? Este es el segundo fenómeno que me ha impactado en esta década. Viniendo de una generación de padres divorciados, pensé que estaba acostumbrada al tema, pero cada vez que me entero que alguno de mis contemporáneos se separa, es como si me pegaran una cachetada y me dijeran “los cuentos de hadas no existen y si quiere llegar a viejita al lado de su marido trabaje cada día para lograrlo”. Duro pero cierto.

Que el rosa está de moda. Cancer? Como? Esta ha sido quizás una de las partes más difíciles de entender en esta etapa de treintañez. Antes el cancer era una enfermedad de viejitos, oía de casos pero era la tía del vecino del amigo. Ahora son personas cercanas, mujeres jóvenes que como yo, en algún momento se preocuparon por la gordura, que se enteraron de casos de divorcios o tal vez fueron ellas las que se divorciaron. Ahora ellas y ellos luchan por sus vidas y entendieron que en este viaje que se llama vida, hay que llenar la maleta de cosas útiles, de cosas bonitas, de propósitos y de sueños.

Todavía me falta un poquito para llegar a cuarentona,  ya veremos que se me ocurre escribir para ese entonces. Por ahora voy a revisar esta maleta que a veces se me pone pesada de echarle cosas sin importancia. 

Y ustedes que tienen en sus maletas?