Por: Paula Gallego.

Desde hace 10 años empecé mi travesía para convertirme en una persona bilingüe. Como decimos en Colombia “loro viejo no aprende a hablar” y por mi lado, empecé ya mayorsita a aprender a hablar inglés. Ya se imaginarán las dificultades, metidas de pata y frustraciones por las que he pasado.

Por muchos años pensé que había adquirido una nueva personalidad, una en Inglés y otra en español. He vivido la timidez en su mayor expresión. En momentos como cuando en la universidad me decían, Paula tienes que presentar ante la clase, todo esto en inglés aclaro, he querido que se caiga el techo y nos aplaste, para que ellos no me tengan que oir y para no tener que hablar, o mejor dicho tartamudear.

Pero no todo ha sido mortificante y cosas maravillosas han pasado, como el primer día que descubrí qué decía una canción en Inglés que conocía por años. También reirme del humor gringo que para muchos es de tontos y que pena diferir, pero para mi es tonto el que no lo entiende porque no entiende su contexto. Poder ir a cine y entender una película sin subtítulos y darle un descanso a este astigmatismo y poder enfocarme en la fotografía o el protagonista…

También en este camino he empezado a analizar y valorar más al Español. Ya que el Inglés ha sido influenciado por el Latín que es de donde proviene el Español, su estructura es muy similar, lo que nos facilita su aprendizaje. A veces he sentido lástima del Inglés porque ellos no pueden “madrugar” sino que “se levantan temprano”, lo que una palabra es para nosotros, ellos la dicen en tres. Claro que la misma lástima pueden sentir ellos también cuando ellos pueden “googlear” pero nosotros “tenemos que buscarlo en Internet”.

He aprendido también a entender las diferencias entre los países Latinoamericanos y las palabras que para unos son normales para otros son vulgares, por ejemplo la chaqueta, la bolsa, la buseta, la paja, el pincho y muchas más.

Este texto ha sido inspirado por mi padre, que hace un rato me pregunta, ah entonces en las autopistas de EEUU no se puede caminar a pie?

Si, así con pleonasmos, analogías, costumbrismos y errores, nuestro idioma es delicioso, pero más delicioso es hablarlo bien.

-Paula.

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