Por: Paula Gallego.

En un  día de carreras por la mañana, llega mi hijo a la cocina a desayunar y me dice, mami yo no me quiero poner esta camisa de Star Wars, y no es que no le guste porque se sabe el nombre hasta del último personaje, sino que sentía pena de que sus amigos del colegio lo vieran con ella puesta.

En ese momento, como cuando en las caricaturas veíamos el diablito y el angelito hablando en la mente, se me presentaron estos dos escenarios:

-Pero porque no te las vas a poner,  tu sabes que hay niños que no tienen nada para ponerse?

-Ok, anda a cambiarte.

Me imagino que si buscara el respaldo psicológico de cada respuesta,  encontraría que en la primera,  le estoy enseñando a mi hijo a valorar lo que tiene y  a acomodarse a lo que hay. También podría estar imponiéndole mi voluntad y no lo estaría dejando desarrollarse como persona, o peor aún, lo estaría convirtiendo en un niño mimado que la mamá todavía le escoge la ropa.

Con la segunda, que fue la respuesta que en este nano segundo de debate en mi mente escogí, me imagino que lo dejé tomar sus propias decisiones para no afectarle su autoestima y su seguridad frente a sus amigos. O por el contrario, me mostré como una mamá débil que el niño controla con el dedo meñique.

Creo que todas mis conclusiones tienen sentido, pero lo que para mí es bueno para otro puede no serlo.

Para mí como mamá y me imagino que para muchos padres también, vivir en esta era de explosión de la información es un completo reto. Ahora todos son psicólogos, pedagogos, nutricionistas, académicos y demás, y estamos expuestos a un debate constante de si lo que estoy haciendo lo estoy haciendo bien o mejor voy a ver que dicen las Wikis o cualquiera que sea el grupo de Facebook que seguimos. Esto sin contar con la competencia que entre padres nos hacemos con nuestros hijos.

Como decía el filósofo suizo, Jean-Jacques Rousseau “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”, yo estoy plenamente convencida de que todos vinimos a este mundo con las mejores intenciones y sobre todo las mamás siempre queremos hacer lo mejor para nuestros hijos. De alguna manera la vida va mostrándonos cuál es el camino “correcto” para criarlos.

Ahora que celebramos el día de las madres, no se olviden de rendirse un homenaje a ustedes mismas y recuerden cual es el verdadero sentido de esta festividad. Aunque suene a cliché, nosotras generamos vida. Para mi dar a luz fue estar conectada a muchos aparatos, con varios médicos cuidando que no fuera a pasar lo peor. Para mi mamá, fue entrar en un paro respiratorio y conocerme a los 4 días. Para la mayoría de mis amigas, sus días de parto fueron como de comercial de Johnson & Johnson. Cada historia, cada mamá, cada familia es distinta, así que no se preocupen que lo que están haciendo, lo están haciendo bien.

Feliz día de las madres para todas.

-Paula.

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