De la serie: Relatos de viaje.

Como dice la historiadora colombiana Diana Uribe, cuando se acaban los viajes, el cuerpo llega pero el alma se demora en volver.

Esto podría describir perfectamente lo que me sucedió al regresar de este viaje inolvidable por una pequeña parte de Europa. Todavía tengo en mi mente los olores, los sabores, la sensación de asombro y como se podrán imaginar, las cientos de fotografías que tomé, que hacen que recuerde detalles insignificantes que se convertirán en tesoros para siempre.

Empezaré esta pequeña serie de relatos de viaje por la majestuosa Roma, y antes que ser una guía turística, este escrito hablará un poco de mi percepción de las cosas.

Antes de continuar debo hacer una pequeña confesión sobre mi infancia. Desde que empecé mi carrera académica o digamos que desde que me acuerdo como a los 9 o 10 años, he tenido un problema y es que a veces me cuesta atar cabos o conectar información. Les explico, cuando estábamos aprendiendo las partes del cuerpo, por ejemplo los pulmones, hacíamos dibujos aislados para concentrarnos en cada órgano, entonces en mi cabeza no había lugar para nada mas y según yo, los pulmones eran del tamaño del estomago. Después venía el hígado y lo mismo, para mi el hígado era una cosa grande que abarcaba todo. Así sucesivamente, hasta que no recuerdo bien cuando, entendí que los pulmones no quedaban en el estomago y que yo no era un hígado andante.

Lo mismo me  pasó con Roma. En algún momento en historia estudie el imperio Romano y creo que nunca hice la conexión con Italia. Para mi pensar en Roma era imaginar construcciones en mármol blanco, columnas griegas y una zona desértica, por aquello del Nilo…que aunque todos sabemos que esta en Egipto, quizás fueron dos temas que vi en el mismo año de la escuela entonces mi cerebro condensó la información y fabricó esta imagen mítica en mi cabeza.

La primera sorpresa que me llevé al conocer esta Roma del 2016 es que está poblada de los arboles mas imponentes que he visto, los pinus pinea.  Estos son arboles altísimos con unos troncos largos que apaciguan este contraste impresionante entre las ruinas del imperio con la Roma vanguardista y cosmopolita.

Siempre había oído hablar del coliseo romano pero nunca imaginé sentir lo que sentí al tenerlo en frente. Para empezar, el coliseo es una mole que se asemejaría a un meteorito que algún día cayó en medio de la ciudad. Al hacer el tour con el guía, este nos iba contando la increíble evolución de este recinto, que en sus principios fue el escenario de actos sangrientos para terminar en una construcción salvada de la demolición gracias a la religión. Para conocer la historia del coliseo puedes hacer click aquí.

Ademas, nuestro entretenido guía nos explicó cómo la sociedad romana estaba representada en la vida del coliseo. Mas o menos la “silletería” era repartida de la sigiente manera:  los asistentes se sentaban de acuerdo a su estatus quo, en las primeras filas se sentaban los personajes de la alta sociedad, arriba de ellos los artistas, más arriba los extranjeros y de ultimo los convictos. “Esta era una forma muy discriminatoria de separar las castas, pero a la gente no le importaba que la denominaran como ciudadanos de segunda categoría, si al asistir al espectáculo podían comer y emborracharse de cuenta de los emperadores” estas fueron algunas de sus palabras.

De Roma me llevé el sabor a gelato, la musica de los artistas callejeros, indiscutiblemente el recuerdo de la mejor pasta que me he comido, las vespas en las calles y porque no, la imagen de los italianos guapos y esbeltos.

Al terminar mi viaje, tuve que hacer una visita relámpago a Medellin, mi ciudad.  Pasando por un sector exclusivo de la ciudad, el conductor del taxi muy orgulloso me empieza a contar sobre la gran cantidad de proyectos de construcción que están desarrollando y hubo algo que me llamo mucho la atención. “Estos apartamentos por ejemplo son de los mas caros, tienen ascensor privado que llega al apartamento ah y otro independiente para el personal de servicio”.

Como les dije al principio, mi cuerpo ya no estaba en Europa, pero mi alma y mi mente seguían asimilando la cantidad de cosas vividas y aprendidas y lo primero que se me vino a la cabeza al oír al taxista fue la vida del coliseo. Ciudadanos, considerados de segunda que aunque están juntos, nunca serán dejados ser parte del resto.

Les comparto unas fotos de la hermosa Roma. Si tienen la oportunidad de ir no dejen de hacerlo, si no, lean, vean programas de television, viajen en sus mentes y no importa que sus cerebros creen imágenes ficticias como de niño de cuarto de primaria.

Conocer el mundo está en cada uno, entenderlo también.

Ciao!

Paula.

 

 

 

 

 

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