Por: Paula Gallego
Media hora para comer, sentarme, estirarme y seguir, era mi tiempo de descanso en la cadena de almacenes donde trabajé durante muchas vacaciones cuando estaba todavía en el colegio.
Hoy, una imagen parecida fue mi hora del almuerzo, pero esta vez fue sentada en un escritorio, haciendo lo que me gusta y lo que tanto esfuerzo me costó aprender en mi paso por varias universidades. Mirando la pantalla del computador, concentrada en la comida pero también en lo que escribía, comí sin saborear y escribí sin pensar. No saben qué escena tan deprimente me pareció. No solamente porque he desarrollado esta obsesión por la comida, sino porque creo que nuestro cuerpo merece que le dediquemos al menos unos minutos para reponer esa energía que tanto le robamos.
Muchas veces los títulos se roban nuestra identidad. En aquel entonces en mis tiempos de adolescente, yo miraba mi experiencia como vendedora como un aprendizaje, y algo en mí sabía que ese cansancio profundo de estar parada doblando camisetas o lidiando con clientes por mas de 10 horas, algún día sería cosa del pasado… o quien lo iba a pensar, tema de un artículo. Hoy, aunque los grandes títulos no han llegado, extraño de alguna manera esos días en que cuando ponía un pie afuera de mi trabajo, mi mente, mi cuerpo y mi vida eran otra vez míos. Dudo que me acostara pensando qué tan mal doblada me quedó la camiseta polo roja, ahora en cambio sueño con la pantalla del celular, pienso en cosas del trabajo antes de dormir y respondo emails a horas que debería estar haciendo cosas para mi o mi familia.
Como parte de la ola de desempleados que coincidencialmente ha afectado a varios amigos, uno de ellos que sí tenía un gran título me decía algo como, cuando todo esto pasó me di cuenta que al llegar a mi casa yo seguía siendo yo, en mi casa con mi esposa y mi familia, no soy un gerente o un presidente, soy una persona con nombre y apellido.
No me malinterpreten, cada trabajo te regala minutos de vida. En lo económico, lo intelectual, en lo personal, siempre hay algo gratificante, incluso con todo lo que nos molesta. Pero es cierto que muchos de nosotros dejamos que el trabajo se meta en nuestra casa, interrumpa cenas con nuestras familias, se apropie de nuestros sueños y nos haga ver al doctor por alguna dolencia causada por el estrés.
Por mi parte puedo decir que en todos los trabajos que he tenido, que han sido bien variados en categoría, he conocido las personas mas increíbles, con las que tendría un libro entero para escribir de todas las anécdotas que algún día vivimos. En lo personal, prometo no volver a comer sentada en mi escritorio y trataré de cerrar el día como cuando se cerraba el almacén con camisetas que no me quitaban pedazos de vida.
Tremendo articulo.. Te felicito!!
El mejor trabajo es el que haces con passion y no por obligacion.
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Gracias Andre ❤️
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Paula, qué alegría me das con tus artículos. Es como volver a leer nuestros excelentes periódicos de años atrás. Felicitaciones. Descubre los mil temas que tienen los EE.UU para los extranjeros. Luz Posada
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Luz, creo que me da más alegría a mi recibir tus comentarios. Muchas gracias por leer! Saludos y abrazos.
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